Todo empezó con un trozo de servilleta.
Hace dos décadas y media, un niño de 13 años de Rosario, Argentina, dio sus primeros pasos en la ciudad de Barcelona con sólo talento en bruto, un sueño y una deficiencia de la hormona del crecimiento que hizo que muchos clubes lo rechazaran. El entonces director deportivo del Barcelona, Carles Rexachvio algo en el argentino que nadie más vio. En un trozo de servilleta se hizo una promesa, se creó historia y los sueños cobraron vida.
El ascenso
Lionel Messi ingresó en la prestigiosa cantera del Barcelona y no tardó en llamar la atención. Su bajo centro de gravedad, su electrizante regate y su aguda visión de juego lo distinguían de todos los demás. Era diferente. Cuando Messi hizo su debut en 2004 bajo la dirección del Barcelona Frank Rijkaardtodo el mundo sabía que Barcelona tenía en sus manos una joya.
Messi no tardó en convertirse en una sensación. El 1 de mayo de 2005 marcó su primer gol con la selección absoluta contra el Albacete, asistido nada menos que por Ronaldinho. Se convirtió en un momento simbólico de la historia del fútbol. Paso de la antorcha de una generación a otra.
La era Pep
La llegada de Pep Guardiola en 2008 fue una época que redefinió el fútbol. No fue una llegada ortodoxa, Pep era un barcelonista que surgió de las filas de La Masía y entendió la filosofía barcelonista de Johan Cruyff. Cuando Pep llegó, sabía que tenía que proteger a Messi. Pep vendió a jugadores como Ronaldinho y Deco para eliminar su influencia juerguista sobre Messi.
Con Messi en el centro del equipo, el Barcelona jugó un fútbol que era poesía en movimiento. La mezcla de tiki-taka y la brillantez de Messi fue un código de trucos para el equipo de Pep. En Temporada 2008-09 fue más que histórica. Barcelona ganó el triplete - La Liga, la Copa del Rey y la Liga de Campeones de la UEFA. En la final contra el Manchester United de Sir Alex, Messi marcó un gol de cabeza poco habitual, en el mayor escenario del mundo. Repetiría el triunfo en la Liga de Campeones dos veces, en 2011 y 2015, ambas con un papel decisivo.
Bajo el mando de Pep, Messi jugó desde la banda derecha, recibiendo instrucciones de presionar en profundidad en la posición de falso 9, lo que fue un golpe maestro de Pep. A partir de ese momento, Messi se convirtió en una bestia, marcando el mayor número de goles en un año natural (91 en 2012), rompiendo Récord de Gerd Muller y ser el máximo goleador de todos los tiempos tanto del Barcelona como de la Liga, además de una lista interminable de galardones individuales.
La conexión emocional
Más allá de los números y los premios que Messi logró, la hermosa relación entre él y el Barcelona fue como Romeo Julieta. Para los aficionados, Messi no era sólo un jugador, era una alegría para ellos. La sensación que tenían los aficionados cuando Messi tocaba el balón es indescriptible. El sentimiento cuando Messi se ponía de pie para tiros libres en los últimos momentos. La sensación cuando Messi mantuvo a un lado sus intereses durante el periodo más oscuro del Barcelona. La sensación cuando supimos que Messi es el portador de nuestro aguerrido equipo, su dominio silencioso era incomparable.
Messi jugó con pasión y humildad para nosotros. Representándonos con el brazalete de capitán y estando siempre con nosotros en los momentos difíciles habla de su lealtad por este club. Mientras que otros podrían haber encontrado la gloria en otros lugares, el corazón de Messi siempre estuvo en el Camp Nou.
La dolorosa despedida
No todas las historias tienen un final de cuento de hadas.
Pero en 2021, después de casi dos décadas de excelencia, el más grande que jamás haya jugado en este club se vio obligado a marcharse no porque él quisiera, sino porque el club no podía permitírselo. Este fracaso fue el resultado de la estricta normativa de juego limpio financiero de La Liga, combinada con la mala gestión del Barça y las asombrosas deudas que condujeron a este impensable adiós. Los aficionados lloraron a Messi, los jugadores lloraron y el club se quedó con una herida que nadie podrá curar. Esto mostró una dura realidad, ningún jugador es inmune a la realidad financiera. Pero esta dura realidad se ocultó al mundo gracias a una famosa declaración de encubrimiento: "Ningún jugador es más grande que el club de fútbol".
La partida dolió como perder una parte de tu alma. Todo empezó con una servilleta, todo terminó con una.
Cada vez que los aficionados del Barcelona escuchamos un rumor sobre el regreso de Messi, es una esperanza, una esperanza que sabemos que no debemos alcanzar. Fue bonito hasta que duró.