La magia del regate de Messi: deconstruyendo sus carreras imparables

Leo Messi es sin duda uno de los mejores regateadores de todos los tiempos. Su habilidad para superar jugadores era simplemente un código de trucos. El número 10 tenía una habilidad inigualable para deslizarse por delante de los defensas con movimientos que desafiaban a la vista. Y si el rival cometía el error de marcarle, era aún más imparable. Desgranemos el secreto que se esconde tras el brillante control de Leo, sus repentinas aceleraciones y su fantástico don para derribar defensas de élite.

El bajo centro de gravedad de Messi

Los primeros tiempos de Cristiano Ronaldo en el Manchester United inspiraron a muchos jóvenes aficionados a regatear mediante pases llamativos y elásticos. Era agradable a la vista, pero técnicamente no muy eficaz en los partidos de verdad. Pero el regate de Messi siempre ha sido práctico, serpenteante y mucho más sencillo. Leo empieza su regate con algo más sencillo: su cuerpo.

La estructura de Leo le da una fantástica ventaja en el regate sobre otros jugadores. (ytimg)

Con 1,70 m de altura, La Pulga tiene un centro de gravedad muy bajo, lo que le confiere un equilibrio fuera de lo común. Esto le permite realizar giros bruscos sin perder velocidad. Los defensas, que suelen ser altos y voluminosos, se lanzan a por él. Pero Messi cambia de dirección en una fracción de segundo y hace que hasta los mejores defensas parezcan torpes. Para secundar todo esto, Leo posee un potente centro y tren inferior. Está hecho literalmente de granito, ya que su cuerpo puede rebotar incluso en los desafíos más brutales. El regate de Messi parece sencillo a simple vista, pero en realidad es una clase magistral de biología.

El arte del engaño

Un buen regateador siempre debe ser capaz de anticiparse a su adversario y engañarlo. El engaño puede transmitirse mediante fintas, caídas de hombros u otras técnicas. Sin embargo, Messi no siempre necesitaba estas habilidades o trucos extravagantes porque su estilo de engaño siempre estaba en los detalles. Si observas sus regates a cámara lenta, verás que cada uno de sus toques está calculado.

Messi ejecuta un cambio de dirección en el último segundo y engaña por completo a Casemiro.

No se limita a empujar el balón hacia delante, sino que utiliza pequeños toques para atraer a los defensas. Cuando los defensas caen en la trampa, Leo ajusta sutilmente la posición del balón y los rebasa. Sus fintas corporales son mínimas pero letales. Incluso una ligera caída del hombro o una mirada en la dirección equivocada bastan para desequilibrar a los jugadores. El balón permanece pegado al pie y, para cuando los defensas reaccionan, Leo ya se ha ido.

Cómo el regate de Messi reescribió las reglas para superar a los defensas

Los regateadores modernos se manejan sobre todo en el 1 contra 1 y no se arriesgan a enfrentarse a varios defensas a la vez. Básicamente, los entrenadores los educan así para que no pierdan la posesión. Pero no fue así en el caso de Leo. El número 10 del Barça 10 del Barça podía hacer que líneas defensivas enteras parecieran indefensas. Su carrera de 2015 contra Bilbaogol en solitario contra el Getafe: Podría nombrar una tonelada de momentos similares en los que él solo desarboló a 7,8 jugadores con facilidad. Los defensas sabían lo que iba a hacer, pero aun así no pudieron pararle. ¿Alguna vez te has preguntado por qué?

Leo ejecuta simultáneamente un perfecto primer toque con la rodilla y una repentina explosión de velocidad. (Copa Mundial de la FIFA)

Esto se debe a que Messi manipula a los jugadores. Se mete entre la multitud y obliga a los jugadores a comprometerse. Y cuando lo hacen, se cuela por huecos que básicamente no deberían existir. La habilidad de Messi para crear tráfico interior de jugadores convierte el caos en goles, y así es como sus regates rompieron las formas convencionales de defenderse contra él.

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