Durante la final de la Copa del Rey de 2015 contra el Athletic de Bilbao, Leo Messi marcó un gol que no solo fue increíble para el mundo del fútbol, sino también para el mundo científico. A día de hoy, el gol se considera algo imposible de realizar por un ser humano.
Contra viento y marea
Messi estuvo marcado durante todo el partido, y el Athletic de Bilbao recibió instrucciones de no dejar ningún espacio al argentino. Messi intentó superar a los defensas por la banda derecha en varias ocasiones, pero sin éxito. Pero en el minuto 20 La Pulga recibió un pase de Dani Alves por la banda derecha y lo que sucedió a continuación fue histórico.
La cabra redefine la física
Tras recibir el balón pasado el centro del campo, Messi pasa de una velocidad de 0 MPH a 19,5 MPH en sólo 2,7 segundos. Esta impredecible aceleración está a la altura de un jugador de Rugby y de un profesional de la NFL, Jamaal Charles, conocido por su velocidad y aceleración, pero Messi lo hace con el balón en los pies. A continuación, 3 defensas rodean al argentino, todos a sólo 2 metros del balón. Messi empieza a desacelerar, lo que le permite dar 3 toques cortos y rápidos para zafarse de los 3 defensas en sólo 1,2 segundos. Messi sigue corriendo y llega al área con otro defensa en su camino. Le hace una finta y recorta hacia dentro para crear 1,5 metros de espacio y disparar a la portería bilbaína. Dispara el balón a una velocidad de 48 MPH. No llega a la mano extendida del portero por menos de 15 centímetros y se cuela por la escuadra. Abriendo el marcador y dando ventaja al Barça.
Messi recorrió una distancia de 60 metros en sólo 11,4 segundos y el balón no se alejó de sus pies más que 60 centímetros en dos ocasiones y sólo 2 segundos en total. El remate fue tan increíble como el regate. El margen de error del gol en un disparo desde un ángulo tan cerrado desde 14 metros era extremadamente bajo. Si el balón se hubiera dirigido en cualquier otra dirección por poco más de 0,75 grados fallaba. Ni siquiera sus compañeros de equipo y los aficionados presentes en el Camp Nou podían creer lo que acababan de presenciar.